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sábado, 13 de febrero de 2016

10 Así trataban o seguirán haciéndolo a los enfermos mentales en los hospitales

Lo que sigue me lo dio Pilar, trabaja en Onda Cero, es la única que me ha ayudado en lo que puede. Esto lo vio en el periódico, me lo guardé. Es carta la Director donde un médico le llama a un enfermo basura y otras cosas, no tiene vergüenza.
Lo que voy a escribir es muy duro y terrible ya que me he puesto a contarlo todo. Lo voy a hacer por muy duro que me sea volver a recordar esto. Con esto quiero dar una oportunidad de vida más humana y digna a esta persona que esta sola e indefensa y le están haciendo cosas terribles, a mí me las hicieron y conseguí salir bien, por ello lo voy a hacer, aunque sé que ella nunca se enterará.
Aunque creo que ha mejorado algo o son las apariencias, son los hospitales psiquiátricos. Esto me es muy difícil, volver atrás y recordar todo esto tan horrible e inhumano, lo que me hicieron. He intentado suicidarme creo que más de 10 veces y no lo he conseguido. Hoy me alegro de estar con vida pero no me arrepiento de lo que hice porque siempre lo he hecho consciente y sabiendo lo que hacía y porque siempre he luchado por no hacerlo, pero entre unos y otros me obligaban a hacerlo. Han sido cosas horribles las que me han hecho. Aquí estoy poniendo algunas, pero de mil no he puesto el 0,2%. Hay muchas más y tan horribles como esta. De que tenía dos o tres añitos en que empecé a sufrir y aún hoy no he dejado de sufrir tantísimo que no creo que haya otra persona a la que hayan hecho tantísimo daño. Hoy he aprendido a vivir con el dolor y el sufrimiento y con la injusticia y por encima de todo esto está mi felicidad y alegría, estoy a gusto conmigo misma y orgullosa de haber superado todo esto con gran dignidad. Luché de día y de noche, por no hacerlo llamé a mil puertas, ni una se abrió, acudía al médico psicólogo y psiquiatra, incluso de pago, aunque no me cobró, estuve yendo a centros, ni unos ni otros me escuchaban, sólo me drogaban con pastillas y era un zombie, y así tenía que trabajar, que me era imposible con la pierna reventada y unos dolores terribles, mal con el estómago y otras cosas, y aunque parezca increíble, fiebre, a veces superaba los 40, problemas con el trabajo, con los amigos o mejor dicho, en esa época prácticamente no tenía, ni familia, encontrarte tan mal y no tener absolutamente a nadie que te eche una mano, y mil cosas más, ni siquiera podía ir a veces al médico por muy mal que estuviera porque perdía el trabajo, tantísimas cosas y cuál más horrible. Llamé a tantísimas puertas que ni una se abrió aunque fuera un poquito. Aguanté dos años, ya no pude más y una vez más terminé suicidándome, esta vez casi lo conseguí, pero no fue así, lo que conseguí fue un sufrimiento terrible y algo increíble y horrible, no conseguir lo que tanto deseaba, morir. Esta vez acabé en la unidad de cuidados intensivos, estuve dos o tres días en coma, cuando desperté y aún atontada no sabía dónde estaba, empecé a oír gritos e insultos de toda clase, faltó poco para que me hubieran dado una paliza, fue horrible, y todo por lo que había hecho y ahí no queda la cosa. Tan mal como estaba después supe que tuve una parada cardíaca y al borde del infarto, gritándome me decían que me tenía que ir a mi casa o al hospital psiquiátrico. A ese hospital le tenía terror, había oído cosas horribles y espantosas y había leído, seguían gritándome que a mi casa o al hospital, les rogué y supliqué que me dejaran en ese hospital hasta que me recuperara un poco. No me escucharon, les importó poco mi sufrimiento y lágrimas, no quería ir a mi casa por nada del mundo, pero tampoco al otro sitio sabiendo lo que sabía y el miedo que tenía. Opté por el hospital, me tenían atada de pies y manos y no me moví, al quitarme la correa lo hicieron con tanta mala leche que me hicieron heridas tanto en los pies como en las manos, y sobre todo el pie malo. Tengo la piel muy delicada, tenía suero y la aguja la tenía cubierta con bastante esparadrapo, ni tan siquiera me lo quitaron, cogieron la goma del suero y de un estirón me sacaron la aguja y los esparadrapos. Fue horrible el daño que me hicieron y una gran herida que no me curaron. Una enfermera al verme tan mal y el brazo chorreando sangre se dignó a curarme y ahí no queda la cosa, me pusieron una inyección que no sé para qué y dónde me la pusieron, y cómo lo hicieron, fue en la ingle con tanta mal leche que estuve más de una semana con derrame en toda la pierna y un gran bulto, no podía estar sentada y casi ni andar. Si hubiera habido una ventana cerca me tiro u otra cosa. Fue terrorífico e increíble, para mí misma aún hoy, por qué hacer esto, si tanto nos odiáis a los suicidas, que nos dejen morir en paz, para qué nos salvan y nos torturáis así y nos obligáis a hacerlo otra vez si pudiéramos. Es inhumano lo que hacéis, me habían comentado cosas que en cuidados intensivos trataban muy mal a los suicidas, que cuando hacen el lavado de estómago han llegado a romperle los dientes o destrozarles el estómago, entre otras cosas, porque esto me lo dijo una persona que trabaja dentro de un hospital y yo le comenté lo que me habían hecho. Me dijo que eso era normal, que recibiera ese trato. Hay casos en que no lo hacen bien, por qué no nos respetáis y nos ayudáis en vez de destruirnos del todo. Decís que nos da un arrebato de locura y lo hacemos. No y mil veces no, habrá casos que sí pero del 100% el 98% lo hacen como yo, conscientes y sabiendo lo que hacen. Lo que pasa es que nadie los escucha ni los entiende.
Y desde aquí les mando un mensaje a todos los médicos, a todo el personal sanitario de cuidados intensivos o de plantas, que jamás, jamás les hagáis lo que a mí a otro suicida, y tratadlo con respeto y dignidad. No somos perros, somos seres humanos que necesitan cariño y comprensión y que nos escuchen y nos ayuden. Si no pensáis tratarlos así dejadlos mejor morir en paz y no torturarlos. Os pido que los ayudéis, no los acabéis de destruir. Esto lo hago dirigido al hospital Reina Sofía de Córdoba, que es donde me lo hicieron, pero va por todos los hospitales del mundo.
Me echaron como a un perro, al salir estaba mi familia y me dieron de lado, menos mal que esta Mª José y se abrazó a mí llorando, que por que lo había hecho, su abrazo me dio tanta fuerza... Lo necesitaba y fue de verdad con un cariño enorme. Sé cuándo son de verdad o falsos, en cambio mi familia me despreció. Mª José la conozco de toda la vida prácticamente. También estaba Marina, esta casi no la conocía, me estaba haciendo un trabajo a máquina, lo del diario y ella se portó muy bien, me dieron fuerza para el sitio que me llevaban y creo que vino. A mí me llevaron en la ambulancia, ella, no sé si era el novio o otra persona, tenía coche y vino detrás. Fue llegar y el recibimiento horrible, no te tratan como a un ser humano, no se puede comparar yo creo que con nada, ni tan siquiera como a un perro, porque es peor y un suicida no es un loco, pueden haberlos, pero antes deben estudiarlos y si lo es que lo traten con respeto y dignidad, no así. Y más si no lo está. Yo fui por propia voluntad, no tuvieron en cuenta absolutamente nada, ni que era un ser humano, fue llegar y me trataron como a una loca más, me drogaron de pastillas, me di cuenta rápido de qué iba el tema y actúe rápido, aunque ya estaba drogada, pero que no siguieran. Cuando entré en el hospital tenía una pinta terrorífica, quise ducharme y no pude, era un dormitorio con cuatro camas y la ducha dentro, pero estaba llena de cucarachas y de todo. Llevaría años que no fregaban el cuarto de baño. Había otra ducha no más limpia que esta pero ahí las duchaban a todas juntas con el mismo jabón y esponja y agua. Le tengo terror a las cucarachas, es el único animal que no soporto, pero antes de ducharme así preferí quitar las cucarachas y limpiar como pude mi intimidad y personalidad, ¿no me las iban a quitar? Desde entonces no las puedo soportar, y casi me las tuve que comer y dormir con ellas. Cuando me acosté la sábana estaba asquerosa, era inhumano aguantar el olor. Llevaría meses sin lavar y sabe Dios quién se habría acostado en ellas. Si protestaba por eso más pastillas me daban, no sé de dónde saqué fuerzas y hacer lo que hice, y gracias a eso estoy con vida y perfectamente bien. Me es horrible recordar todo esto, pero para que no se lo hagan jamás a nadie y fueron miles de cosas más. Sólo contaré algunas. Cuando me levanté tenía la cama llena de cucarachas, y el suelo estaba invadido de ellas; aunque estaba muy mal me levanté alegre, hice la cama y la de mi compañera, limpié aunque no podía con el cepillo, así evité que me dieran más y más pastillas. Como me dio resultado seguí, pero no podía más, las pocas pastillas que me daban me dejaban atontada y durmiendo y no podía caer ahí porque sino no saldría jamás. Luego estaba muy mal, ya en todos los sentidos, por mis compañeras, y lo que veía cada día hacer. Era horrible y más y más me hundía, pero a la vez me daban fuerzas para no ser la siguiente. Mi único consuelo y descanso era un patio viejo asqueroso y un sillón aún peor y lleno de bichos. Había flores o mejor dicho hierbajos, estaba escondido y cuando no podía más me hundía ahí llorando horas y horas. Cuando sentía la puerta me callaba y me hacía la dormida y me dejaban tranquila. A veces tenía que morderme la bata porque no me podía callar. Si me veía estaba perdida, doble ración de pastillas o una inyección y pasaba a los muertos vivientes y no y mil veces no, antes que llegar a eso, prefería la muerte, pero cómo te suicidabas, allí no podías fallar, luchas por encima de todas las atrocidades que vi hacer y yo estaba ahí. Si me hundía sería otra más, cada día estaba peor, no podía más, sólo había dos soluciones, o la muerte o seguir. La primera, si hubiera tenido seguridad de conseguirlo lo hago, la psiquiatra que me llevaba no se dio cuenta de nada y según ella estaba muy bien. Era muy buena y se portó muy bien, pero como siempre se metió mi familia y fue horrible lo que pasó, prefiero callar esto. Ella, tan buena como fue al principio casi acaba conmigo, yo seguí luchando, me dije que ni ella ni mi familia me iban a destrozar y a los 15 días me dieron el alta. Seguía convencida a pesar de lo que pasó. Yo estaba bien y aún estaba peor, pero fueron 15 días interminables y al cual más horrible, y eso que yo estaba arriba, que era lo mejor, abajo ya contaré, las compañeras estaban todas muy mal, las tenían superdrogadas y una mataron delante de mí. Para mí fue eso, y otras las destrozaron, eso fue lo que me dio fuerzas para no hundirme, si me fuera a matar no me importaba, lo deseaba tanto morir, pero de ver cómo estaban mis compañeras, eran zombies, yo intenté animarlas, ayudarlas, era inútil, las habían convertido en zombies de por vida y yo por nada del mundo sería eso, o muerta o luchar. Como no podía lo que realmente deseaba luché como nadie se imagina para engañar hasta a los propios médicos y en tan poco tiempo me dieran el alta.
Trajeron a una que decía la familia que se había vuelto loca, más locos estaban la familia, sólo querían robarla, traía muchas joyas, me las enseñó, esta de mi boda, tenía grabado el día y fecha de la comunión de su hijo. Todo lo que hablaba era verdad y estaba normal, no estaba loca, tenía más joyas que se las habían quitado las enfermeras. Yo fui testigo porque las guardaron en una caja de seguridad y me fijé y todo lo que habían dicho sobre ella era cierto, no mentía y menos loca. Estaba hablando conmigo bien normal, no estaba ni tan siquiera alterada, un poco nerviosa sí, era normal, no sé lo que le dieron, o gotas o pastillas, yo no pude verlo, fue muy rápido. Ella no quería y a la fuerza se la dieron y no me acuerdo si fue esta otra la que mataron, fueron varias veces las que vi esto. Se cayó del sillón al suelo muerta, se la llevaron al dormitorio y arrastrándola, peor y más inhumano imposible. La pusieron en mi habitación y lo único que hicieron bien, estuvo prácticamente toda la noche un médico con ella, ya era tarde, estaba muerta. Qué le darían que cayó enseguida. Al otro día desapareció del hospital y nadie sabía nada. Esto lo vi en otros y ni una presentaba síntomas de locura, sólo dos y porque venían de otro hospital. La mayoría no acaba como zombies, todavía peor. A una le hicieron igual pero estuvo dos días durmiendo, cuando la levantaron no podía hablar ni mover los brazos, estaba totalmente parapléjica, peor que las otras. A otras no sé por qué, las encerraron en el que decían cuarto de castigo. Gritaban y chillaban, cuando las sacaron eran otras zombies o peor. Aparte de estos gritos oí otros más horribles que no sabía de dónde venían. Me dijeron que de abajo y que era normal. Cuando lo descubrí casi me da algo. Aquí ya sí que perdí la fuerza, no me lo podía creer lo que estaba viendo. Si era real o alucinaciones. Hoy aún me es difícil creer lo que vi y fue real y verdad. Había visto y oído cosas horribles y aquello era una de ellas, y me lo había imaginado, y lo que podía ser, pero lo superaba el 100%.
Decidí un día bajar abajo, si nosotros estábamos en el mejor sitio y cómo estábamos, cómo estarían abajo, espantoso. Fui un día a misa que la decían abajo, me quedé horrorizada, lo que vi allí, me tuve que sentar porque si no me caigo al suelo. Donde yo estaba sólo había 8 o 10, y son los que están mejor. La mayoría, por no decir todos, le faltaban ojos, otros unas cicatrices horribles, tanto en la cara como en el cuerpo, brazos o piernas. Algunos las tenían abiertas y con gusanos. A estos nos sólo los habían convertido en zombies sino también en monstruos. Yo creo que no había uno que se pareciera a un ser humano ya, porque qué les habrían hecho para que estuvieran así. Eso se sale de lo normal, había leído y oído que hacían experimentos con los locos pero jamás que fuera algo tan monstruoso e inhumano, y que lo viera con mis propios ojos, no me atrevía a preguntar nada, podía ser una más de ellos, ahora comprendía esos gritos tan terroríficos. Me hundí, fue tal la impresión y shock que recibió que no sabía cómo salir. Aún veo esas caras llenas de pena, dolor y sufrimiento, y los que tenían ojos, hundidos y llenos de sufrimiento, y aunque pocos había, gente joven más que yo, algunos había chicos y chicas. Señor mío, y la más culpable la familia que los abandona allí. Fueron tantos miles de cosas que vi y logré que no me hicieran ninguna. Aunque superar esto me fue terrible, creí que no lo conseguía pero cada vez que veía que se cargaban a alguien me decía, la siguiente soy yo, y no y mil veces no. Y la comida, sólo de recordarla me da asco y ganas de vomitar. Las cucarachas y los gusanos en casi todas las comidas los llevaban. Si me podía escapar de ir al fregadero y tirar la comida, pero era muy difícil porque nos tenían muy vigiladas. Si te daban ganas de vomitar te ponían rápido una inyección y más atontada te dejaban o otra cosa, a mí no llegaron a ponérmela, pero la vi poner, estaba aterrorizada, muy mal en todos los sentidos, y tenía que representar todo lo contrario, que estaba bien, y si había cucarachas o gusanos en la comida te decían que no, y era que no, estábamos locos, ellos no y tenían la razón, nosotros el terror y el pánico. A una compañera un día le decían que había una cucaracha, estaba mal, pero a veces tenía un momento de lucidez y se enfadó y con toda la razón del mundo. Le pusieron la camisa de fuerza y le hicieron tragar la cucaracha y encima la drogaron más. Como hablara o protestara. Yo no llegué a comerme ninguna, me las ingeniaba y las sacaba del plato, que no me vieran, y me las guardaba en el bolsillo de la bata, pero mis compañeras si las vi comérselas. Cerraban los ojos por no verlas y el nudo que se me hacía no me pasaba el agua y tenía que seguir comiendo como si no pasara nada. A ellas, si tenía, intentaba por todos los medios quitárselas, había veces en que podía, otras no, y no sólo eso, sino la comida lo más malo y asqueroso del mundo. A la semana de estar allí, me puse muy mal con el estómago y me tuvieron que sacar y llevarme a otro hospital, pero sólo fue un día, y si nosotros éramos los que estábamos bien, Dios mío, como estarían abajo, qué les harían, como pueden hacer esto, y menos mal que no se dan cuenta de la mitad de las cosas, pero sufrí mucho y cuando tienen un momento de lucidez lo pasan fatal. Quien hace esto sabe que lo tiene todo a su favor, jamás nadie dirá nada, y si lo dice es la palabra de un loco contra la de ellos y saben que tienen todas las de ganar. El loco no tiene derecho, sólo a que lo destruyan. Me dieron el alta y me fui a otro infierno, mi casa. Aunque me dieron menos pastillas, pero estaba drogada y dieron una orden de que sólo me dieran las pastillas o mi familia o el médico. Ni una cosa ni la otra quería, como cada 8 horas iba a ir al médico a que me dieran una pastilla, y mi familia menos, las dejé de golpe. Fue horrible de pesadilla, y cosas horribles. A los dos días no podía más y recurrí a otra cosa. Este es otro de mis secretos. Busqué ayuda en el alcohol. Antes de eso recurrí al único familiar que es más bueno, pero no me dio la ayuda que necesitaba, no podía beber mucho en mi casa, no había bebidas, vino de la comida o cerveza. No me gusta el vino pero me daba igual, pero vi que poco me ayudaba y estaba cometiendo otra locura, y eso no era solución, o tenía que luchar por morir de una vez o que me dejaran vivir en paz.
Me escapé de mi casa y volví otra vez al infierno del hospital psiquiátrico, no podía más, los drogadictos lo saben bien lo que es el mono, así estaba yo o peor. Llevaba esta vez las cosas muy claras, sabía que estaba la médica de guardia, la que a mí me llevó y me acabó de destrozar. Sé que ella no tuvo la culpa de lo que pasó, sólo tenía una solución, la muerte. Entre las cosas que lleva, llevaba una cuchilla para cortarme las venas. Sabía que me registraría todo y me la podía encontrar. Si eso ocurría llevaba un bote de colonia y con los cristales lo haría. La escondí tan bien que no la encontraron y si me ayudaban me llevé la cartilla. No tenía mucho dinero, pero mi idea era recuperarme un poco. Allí irme, ni una cosa ni la otra. El médico de guardia no era ella, fue el primero que me trató como a un ser humano y me dijo, tú no estás loca para estar aquí. Yo le dije que era cierto, que jamás lo he estado y si he venido es porque me han drogado y llevo una semana sin tomar las pastillas y no puedo más. Me dijo, te vas a quedar unos días y te recuperarás. Me dio otras pastillas mucho más flojas para contrarrestar a las otras y dejarlo, pero al otro día apareció la otra y ya se me complicaron las cosas. No podía hacer nada de lo que querían. Me daba miedo o mejor dicho terror, no suicidarme, porque si lo hacía y no lo conseguía sabía que jamás saldría de allí. Llamaron a mi familia, aunque yo no quería, lo que pasó, horrible. No quiero recordar esto, y otra vez a mi casa. La médica no me acuerdo de su nombre, cuando me vio destrozada, hundida y llorando, se dio cuenta del daño que me hizo y como me había destrozado. Se abrazó a mí y llorando me dijo perdóname. Sé que ella no tuvo la culpa, me vio así porque yo tenía el alta. Peor había estado cuando estuve los 15 días. Sólo estuve dos o tres. Vuelta a mi casa, aunque al poco tiempo me vine a Córdoba a trabajar con todo lo mal que estaba, pero estando aquí podía ir al médico. Hacía mucho tiempo que me llevaba un psiquiatra, Carmen Jiménez, admirable y maravillosa. Me ayudó tantísimo y gracias a ella salí de todo sin secuelas y perfectamente. Cuando me vio y le dije lo que me habían hecho con las pastillas, porque yo le dije que era un absurdo, porque si me quería volver a suicidar, tenía dinero y en la farmacia podía comprar las que quisiera o de otra manera. Eso de no tenerlas me obligaba más y más a que lo hiciera y más como estaba. Ella me dijo, sé que lo has pasado mal y estás mal, siempre te he creído y he confiado en ti, y sé que no estás loca y si quieres que siga confiando en ti y te ayude me lo tienes que demostrar, y me dio dos cajas de pastillas. Te las tienes que tomar. Así, si lo haces de una vez, ese es tu problema. Confío en ti, en que no lo harás y como tú dices, da igual que te las de yo o vayas a la farmacia. Fue muy dura, clara y sincera. A la semana, cuando fui se las llevé y me las tenía que tomar porque era para contrarrestar la droga que tenía. Pero ella me dijo una dosis y yo tomé menos. Me fue muy difícil y duro hasta que las dejé del todo. Y sólo me tomé una caja, porque si ella me decía dos, yo una. Después de ya estar bien y dejarlas he ido a verla y saludarla. Llevo mucho tiempo sin verla, no sé por donde anda. Así comprendo a los drogadictos cuando están con el mono. Es horrible, algo inimaginable y terrible. En el hospital que estuve fue el hospital psiquiátrico de Alcolea en Córdoba.
Y voy a hacer un llamamiento de solidaridad a todos los psiquiatras y psicólogos, a todo el personal sanitario. Jamás le hagáis esto a los pacientes, ayudadlos, no los acabéis de destruir del todo y sobre todo respetadlos. Son seres humanos, por qué les hacéis tantísimas cosas que son inhumanas, por qué los convertís en zombies o en monstruos, por qué lo hacéis. Os pido que jamás lo volváis a hacer, y no los tratéis como a locos aunque lo estén y menos no darles una oportunidad de que vuelvan a la realidad, y no los droguéis innecesariamente. Sólo necesitan que alguien los escuche y les de un poco de cariño y comprensión. Haced esto, no lo otro. Os lo ruego, que no hagáis tantísimo daño, es evitable.
Al cabo de un tiempo vi un programa en TV sobre este tema. Le hice un escrito sobre lo que acabo de contar. Hicieron un programa de TV dentro de un hospital de esos y superaba a un hotel de cinco estrellas. Mentira, se veía claro que era mentira. Era un perfecto montaje para la cámara de TV y se lo dije, que los habían engañado. Él decía que no, que grabaron la realidad, qué equivocado estaba, y me pone como si yo hubiera estado allí, y allí no fue. Pero sé que ese es igual al que yo estuve. Hoy sigo diciendo igual, fue un montaje. Sé que ellos no tienen culpa, fue lo que les mostraron y se lo creyeron. Desde luego para creer lo que yo digo hay que vivirlo, y así es y es difícil.
Esto es del año 85 en el 87. Lo sé porque lo he buscado en el diario. Salió un reportaje en Interviú sobre este tema y está super bien. Estos sí que dicen la verdad y no toda, porque no los dejaron. Dicen que es una fábrica de locura, qué verdad más grande, y ya que a ellos no los dejaron que vieran la realidad, lo hice yo en mi diario, para que jamás lo hicieran. Eso puede tardar años en que salga a la luz pública. Por eso lo hago desde aquí, para que lo sepa todo el mundo lo que hacen y lo que no vi yo, y me ha sido muy duro volver a recordar esto, pero para que sirva de ejemplo y no lo hagan más.
El reportaje cuenta cosas terribles, a mí no me pilla de sorpresa, y aunque son cosas increíbles, yo las creo, eso y más lo he vivido en ese infierno. Y en una foto inhumana se ve su pena y su tristeza en la cara. Lo que he contado no es de tres partes ni media. Fueron miles de cosas más. Creo que a los pocos años lo cerraron. Hubo una reforma forzosa. La prensa se le echó encima por eso. Si no seguirían igual y dudo de esa reforma, los enfermos se los trajeron al Hospital General de aquí. Tienen una planta para ellos. No sé si tendrán mejor trato, y el otro creo que sigue abierto. Lo cerraron para lavarle la cara a tanta atrocidad que habían cometido allí.
Y a pesar del terrible daño que me han hecho, las atrocidades que han cometido conmigo en todos los sentidos, ese odio, rabia y venganza y otras cosas las he convertido en amor. El amor que yo jamás he tenido, darlo a los demás, dar eso, comprensión, escucharlos y otras cosas es maravilloso. Entregarte a los demás por amor y ayudarlos en todo lo que puedas sin recibir nada a cambio es demasiado. Buscar y llevar la justicia y la paz sobre todo, aunque nadie te ayude no importa si se hace de verdad y de corazón, y con amor.


TELEVISIÓN ESPAÑOLA, S.A.
VIVIR CADA DÍA.
Apreciada amiga:
Dicen que en la antigua Grecia, cuando a un monarca le llegaba un mensajero con noticias que no le agradaban, mandaba decapitar, como represalia contra el mensaje, al mensajero.
Pues eso es lo que a veces hacen algunos con los programas de TVE: cuando salen cosas que no les gustan, protestan contra el programa que las muestra.
Mire Vd. señora: los médicos de Miraflores que salieron es ese programa piensan y hacen justamente lo que dijeron e hicieron en una hora de emisión. Si quiere Vd. protestar porque a Vd. le trataron otros médicos de Miraflores de otra manera, nosotros no tenemos la culpa, y dirija Vd. sus protestas al hospital, pero no a nosotros, que nos limitamos a mostrar realidades, y en ese caso mostrábamos esa realidad, que no es la misma a la que Vd. se refiere en su carta.
Un cordial saludo,

Visitamos un asilo-manicomio que fabrica locura.
LA NIÑA LOCA QUE SE MUTILO.
Entramos en el Hospital Psiquiátrico Provincial de Lugo, una auténtica fábrica de locura que almacena enfermos como si fueran animales. Su director, Angel Usero, nos dijo, sin embargo, que no tenía nada que comentar con nosotros sobre la situación. Entre los casos patéticos, pudimos observar el de Virtudes Blanco, una joven de veinte años que pasó toda su vida atada y que se mutiló.
Pobres habitantes de la locura. Tuvieron que esperar treinta años los del Hospital Psiquiátrico San Rafael de Lugo, dependiente de la Diputación Provincial para que sus enormes problemas pudieran saltar a la luz al socaire de una de esas disputas provincianas e interesadas en las que suelen enredarse los políticos cuando olfatean elecciones en el horizonte.
Eran muchos los que sabían que, en realidad, desde su inauguración, hace ya más de treinta años, el manicomio de Castro de Riberas de Lea, a treinta kilómetros de la capital de la provincia, en plena llanura de la Terra Cha (Tierra Llana), no ha sido nunca ni es ahora más que un inmundo almacén de la locura en el que, a lo largo del tiempo, se amontonaron los enfermos de la misma manera que se encierra al ganado en el cercano matadero de Frigsa. Hubo ocasiones en las que el centro albergó a más de medio millar de pacientes en unas instalaciones que apenas dan para acoger debidamente a ciento cincuenta, y todos al cuidado exclusivo de un director chapado a la antigua, Angel Usero, otros dos médicos psiquiatras sin dedicación exclusiva y cuatro médicos generales que se ocupan de hacer las guardias incluso desde sus propios domicilios.
Fábrica de locura.
Según psiquiatras que, como Emilio González, actualmente director del Centro de Diagnóstico de Santiago de Compostela, se ocuparon de estudiar la situación de la asistencia psiquiátrica en Galicia, "Castro es un asilo-manico-mio típico, una auténtica fábrica de locura".
A lo largo de las últimas décadas, los representantes de la Diputación, responsables directos del centro, no se sintieron jamás preocupados por la asistencia médica en sí misma. La Diputación de Lugo sometió a los pacientes, según la fuente anterior, "a una peregrinación macabra para ahorrar lo más posible ya que, al fundarse Conxo en Santiago de Compostela, hizo venir a los enfermos que tenía en Barcelona y en Valladolid para, más adelante, volver a llevárselo fuera de Galicia y, pasados unos años, los hizo de nuevo regresar a Conxo".
En el año 1951, coincidiendo con un aumento de tarifas en Conxo, la Diputación de Lugo echó cuentas advirtiendo que le resultaba más barato construir su propio centro psiquiátrico. Eligió un paraje deshabitado, a 17 kilómetros de la capital, en Castro de Riberas de Lea, y construyó allí un edificio monobloque que comenzó a funcionar en 1953, Angel Usero Ciscar fue siempre, y sigue siendo, su director y, durante muchos años, el único médico psiquiatra del centro. Vive en Lugo, donde sólo recientemente dejó de trabajar en su consulta privada, y, hasta hace poco tiempo, acudía al hospital psiquiátrico que dirige una o dos horas cada tres o cuatro días, según datos aportados por el especialista Emilio González.
La situación caótica del centro llegó a ser tal que las subvenciones concedidas por el PANAP -entonces organismo competente para la asistencia psiquiátrica- con el fin de efetuar reformas en el centro fueron sistemáticamente devueltas a su origen porque el director no quería o no sabía emplearlas en nada. Ya en el año 1976, un grupo de enfermos logró traspasar las herméticas paredes del manicomio para alertar a la opinión pública a través de una carta que publicó El Ideal Gallego de La Coruña en la que decían que "los médicos no están, los empleados podrían tratarnos mejor y la comida es muy mala". Meses antes, los vecinos de la cercana localidad de Sobrado de Abadín habían explicado que cuando acudieron al hospital para recoger el cadáver de un interno no pudieron llevárselo porque, a la una de la tarde, no había llegado aún ningún médico que pudiera firmar la defunción.
Durante largos años, el centro albergó alrededor de medio centenar de enfermos al cuidado de un solo psiquiatra y de cuatro médicos generales lo que no impedía entonces que su eterno director declarase, en noviembre de 1975, que "la asistencia se hace con arreglo a las Normas de la Organización Mundial de la Salud", manifestación evidentemente difícil de probar si se tiene en cuenta que, en aquel momento, había un médico por cada cien enfermos. Es sabido que los organismos mundiales de Psiquiatría recomiendan que haya, por lo menos uno por cada treinta pacientes y son muchos los que insisten en la conveniencia de disponer de uno por cada diez.
La misma escasez de medios existió siempre con respecto al resto del personal asistencial, con una plantilla de sesenta trabajadores para todo el hospital sin que haya existido nunca ningún tipo de asistencia extrahospitalaria.
El hospital de la discordia.
Cuando se hizo cargo de la Diputación el equipo de Alianza Popular presidido por Francisco Cacharro, había en Castro más de cuatrocientos enfermos todavía. En la actualidad, quedan 220 hombres y 180 mujeres. "Hicimos dar de alta a los pacientes que podían pasar a cargo de la familia", nos declaró Fernando Carlos Rodríguez, diputado provincial delegado de la Diputación para asuntos del Hospital Psiquiátrico "San Rafael".
Paralelamente, el equipo aliancista que dirige la Diputación compró por 96 millones de pesetas el Hotel Miño, de Lugo, contra la opinión de los diputados socialistas y los del Coalición Gallega, que llegaron a ver, incluso, en la operación alguna maniobra supuestamente "acordada" con el también diputado provincial González Granxeiro, del PDP, propietario del hotel de la discordia. "Nosotros estamos convencidos de que la masificación insostenible del psiquiátrico de Castro hay que resolvería por vía de urgencia -declaró a INTERVIU el diputado-visitador del centro-. Estamos convencidos de que la compra del hotel es una buena operación, porque nos va a permitir instalar en él a unos cien pacientes escogidos entre aquellos que tienen menos problemas típicamente psiquiátricos y más geriátricos. Nuestra idea es instalar allí algo así como un psicogeríatrico y un ambulatorio en el que se pueda dispensar asistencia diaria".
A raíz de la compra del hotel, valorado sólo en sesenta millones por el arquitecto de la Diputación Luis Pérez Barja, se desató la polémica y, sin duda a causa de ella, los responsables del hospital de Castro se decidieron a abrir las puertas a la prensa local para que viera lo que hay dentro. José Luis Tejero, fotógrafo del diario El Progreso, descubrió en una esquina la presencia de una paciente muy singular y la fotografió. Se armó la gorda y la dirección del hospital ya no permitió más fotografías en el centro. Quedó claro que se había llamado a la prensa para que hablara de lo que a ellos les interesaba, pero no para que destapara una olla podrida de un psiquiátrico que sigue pareciendo más un manicomio del siglo pasado que un centro asistencial de nuestros días.
El caso de Virtudes.
La paciente descubierta es Virtudes Blanco Hermida, de veinte años, subnormal profunda, un caso para la reflexión. Hija de Jesús María Blanco Teijeiro, jornalero del campo, 56 años y de María Isolina Hermida Díaz, 53 años, igualmente jornalera, fue la cuarta hija del matrimonio nacida el 13 de septiembre de 1964 en la aldea de As Cernadas, parroquia de Santa Cristina y municipio de Cospeito (Lugo).
Desde su nacimiento, vivió recluida en un pequeño espacio de la primera planta del domicilio, encerrada en una especie de jaula de madera de un metro cuadrado de la que no podía salir nunca y en la que vivió los primeros años de su vida en un estado verdaderamente lamentable. La niña permanecía envuelta en sus propios excrementos que comía a menudo y sin lograr casi nunca ponerse de pie. De ahí le quedó la permanente costumbre de mantenerse acurrucada, en posición fetal.
Su padre, un típico paisano gallego de carácter bonancible y extremadamente temeroso, está convencido de que toda la culpa la tuvo su mujer que no atendió a la niña. "Es una mala mujer -nos dijo- que no se preocupa de nada más que de andar por ahí de golfa. Yo la tuve que encerrar entre cuatro tablas a la pobre pequeña porque la madre no la cuidaba para nada. Podía limpiarle la mierda, perdonando, por lo menos porque ya se sabe que otra cosa los pobres no podemos andar muy limpios, pero por lo menos evitar que viviera la pobrecilla cubierta de su propia mierda. Pues ni eso hacía. Es una mala mujer que se fue con otro hombre, un "quirindaino" (amante) que se echó y luego quería volver conmigo, pero yo antes me paso al otro mundo".
Llegó un momento en el que el cura de la parroquia, conocedor del asunto, informó al Tribunal de Menores y éste se ocupó de la niña, internándola en el Hospital San Pablo, de Mondoñedo, donde permaneció dos años. Virtudes tenía ya entonces un alarmante impulso autodestructivo que la llevó incluso a arrancarse con la mano uno de sus ojos y a comerse los dedos. De Mondoñedo pasó más tarde al Psiquiátrico de Castro y él permanece siempre con las manos atadas a la espalda o por delante sometida a una camisa de fuerza. Nunca habló una sola palabra y resulta verdaderamente dramático escuchar sus gruñidos animales y observar como se balancea de izquierda a derecha en su eterna posición fetal. Curiosamente, su rostro alcanza a veces singulares expresiones apacibles inmediatamente truncadas por gestos desesperados que la convierten en un ser verdaderamente dramático.
Su madre, María Isolina, vive ahora sola en una casa arrendada cuya renta no puede pagar porque no tiene dinero. En la aldea de Roas no falta quién cuenta que esta mujer es lo que se dice "ligera de cascos" y alguno asegura incluso saber que cobra quinientas pesetas por acostarse con los hombres. Tiene un amante apodado El Marroquí y se defiende como puede de las acusaciones que le hace su marido: "Yo, pobriña de mí, cuidé a mi hija mientras pude y con lo que tenía. Si la dejaba sola era porque mi marido, y sobre todo mi suegro, me obligaban a salir todo el día a trabajar en el campo. No la fui a ver nunca al sanatorio porque no me atrevo. Si me acompañaran mis otros hijos a verla, iría, pero yo sola tengo miedo". Curiosamente, la respuesta de que no se atreve a ir a verla la da también el padre de la chica. Jesús María Blanco, pues señala que él no puede ir a visitar a su hija si no dispone "siquiera de dos o tres mil pesetas para dejarles allí a los médicos y a las monjas para que me la cuiden".
Lamentablemente, Galicia es aún escenario frecuente de casos como éste por el abandono en el que vive gran parte de su población rural. En los archivos de los distintos tribunales de menores de las cuatro provincias gallegas y en los hospitales especializados hay toda una colección de casos dramáticamente patéticos.
En el hospital para deficientes mentales de Mondoñedo está, por ejemplo, un joven de Valdoviño (La Coruña) que vivió diecinueve años encerrado por su familia en una cuadra. Una joven que vivía con su abuela, pues su madre era emigrante y ella era hija de soltera, tenía siempre a su lado una garrafa de vino para que se calmara y no diera la lata. En la parroquia de Goa (Lugo), dos niños vivían atados a los pies de la cama y la Guardia Civil tuvo que emplear la fuerza para hacerse cargo de ellos, porque los padres no querían entregarlos al Tribunal de Menores. Los tenían atados para que no pudieran comer sus propios excrementos, según confesaron. En Castroverde, provincia de Lugo, una joven fue encerrada por su hermano, viajante de profesión en una habitación oscura para evitar, según él, que fuera violada durante sus ausencias.

Este caso no puedo dejármelo atrás. No sé si conseguiré un reportaje de ellos. Se lo dedico con todo mi cariño y mi amor a Gloria Martínez.
Quiera Dios que me equivoque, pero sé que hace dos años te mataron. Sólo tenías 15 ó 16 años y quiera Dios que no te hicieran lo que yo vi y no vi. Esta chica hace dos años desapareció de un hospital psiquiátrico de Alicante de una manera misteriosa. Sólo estaba un poco nerviosa y sus padres la llevaron allí para que se relajara y se tranquilizara y aunque estuviera mal no hay derecho que la maten. Por unos escritos estaba muy drogada. Hasta otro día no avisaron a sus padres. Dicen que escapó y no avisaron a la policía ni a nadie hasta otro día. Un montón de cosas, a cuál más extraña. Cerraron el hospital y ahora, a los dos años, aparece allí la ropa interior manchada de sangre y documentos. Por esto y otras cosas han vuelto a abrir el caso. Yo sé que de que lo dijeron hace dos años, sé que la mataron dentro del hospital o se pasaron con los medicamentos o con otra cosa. Como la que vi cuando yo estuve. No fue ese pero son todos iguales. Por mucho que he contado hay miles de cosas más. Qué harán abajo para destrozarlos así. Quiera Dios Gloria que a ti no te hayan hecho nada y si te han matado no te hayan hecho sufrir lo que a mí me hicieron pasar. Yo gracias a Dios puedo contarlo y estoy muy bien. No pudieron conmigo y desde esta página apoyo a tus padres y que esos asesinos paguen por lo que han hecho. Y desde aquí lo denuncio para que jamás jamás se repita y acabar con esto.
Gloria daría cualquier cosa por equivocarme y que estuvieras con vida, pero desgracia sé que no me equivoco. Sólo deseo que no te hayan hecho sufrir ni daño, pero sé que lo han hecho. Te habían atado entre otras cosas. Sólo tú lo sabes. Yo también pero todo no. Quiera Dios que lo cojan y paguen con el mismo sufrimiento y por desgracia no eres la única. Hay tantos casos más en el silencio. Nadie cree a un loco, aunque no lo este, como a mí cuando estaba la cucaracha nadando en la comida y decían que no era, sino visiones según ellos, porque yo estaba loca y ellos no, y si insistía estaba perdida, te ataban y te hacían mil cosas, era mejor callar como yo hacía. Y si podía me la guardaba en el bolsillo. Adoro los animales pero las cucarachas las odio y les tengo terror. Es el único animal que le tengo pánico. Si me dan a elegir si irme al lado de ellas o de un león, me voy con el león, con lo peligroso que es lo prefiero. Es algo superior a mí.
Gloria, si algún día apareces será muerta. Estoy segura de lo que van a decir, que te escapaste y alguien te cogió, te violó y te mató y una y mil veces no. Si no es esa versión será otra parecida. Eso lo dirá el forense que es uno de ellos y los jueces que también están de su parte. No hay ni ley ni justicia prácticamente en nada, y menos en un caso así, y el forense jamás dirá la verdad y se inventará cualquier cosa como ocurrió en mi caso y los jueces lo crean a él y sólo a él. Estamos absolutamente solos ante tanta injusticia, y ya que no la hay voy a decir la verdad de esto.

HABLA LA MADRE DE GLORIA MARTÍNEZ:
"Que se mojen y que resuelvan el caso".
Indignación es lo que siente Isabel Ruiz, madre de Gloria Martínez, cuatro años después de la extraña desaparición de su hija de una clínica psiquiátrica.
Isabel es una mujer todavía joven -42 años- y guapa, a pesar de que en su rostro se aprecian claramente las huellas de muchas noches sin dormir.
"Cuando Gloria entró en la clínica de la doctora Soler, tenía 17 años y unos meses. Era un chica normal, sensible y muy inteligente. No sabemos por qué, pero llevaba una temporada larga en la que padecía un fuerte insomnio. Se levantaba por la noche, daba mil vueltas por la casa y no conseguía dormirse. Entonces alguien nos recomendó a la doctora Soler, una psiquiatra que trabajaba aquí, en Alicante, y que por lo visto era una buena especialista", explica.
La llevaron a que la viera y, al principio, pareció que la joven respondía al tratamiento."La doctora se limitaba a charlar con Gloria y la chiquilla iba mejorando. Después le puso un tratamiento a base de pastillas y finalmente le dio de alta".

"Me puse como una loca".
- ¿Y entonces...?
- Al cabo de un mes la llamaron para una revisión y la doctora le recomendó hacer terapia de grupo, pero Gloria decía que no quería hablar de sus cosas delante de otra gente y no fue. Pero unos días después se volvió a encontrar mal y nos pidió que la llevásemos a la doctora de nuevo.
Cuando la doctora Soler volvió a ver a Gloria, habló con los padres y les informó de la necesidad de ingresarla en la clínica que ella tenía en L’Alfas del Pi, cerca de Benidorm. En un principio, los padres de Gloria no querían separarse de su hija. "Preferíamos que la medicaran y que estuviera en casa. De todas maneras, nos convenció, a pesar de que teníamos que pagar cuarenta mil pesetas diarias. Si pides un crédito para un piso o para un coche, también lo pides para tu hija, y con más motivo. Lo que pasa es que a mí me engañaron como a una tonta", afirma Isabel Ruiz.
Isabel recuerda perfectamente aquel 30 de marzo de 1992, cuando a las ocho de la mañana sonó el teléfono y la llamó la doctora para decirle que su hija se había escapado de la clínica a la una de la madrugada: "Me puse como una loca" afirma Isabel. "La doctora me decía que no me pusiera histérica, pero ¿cómo no me iba a poner histérica si me estaban comunicando, primero que mi hija había desaparecido, y segundo que habían tardado siete horas en avisarme? ¿Por qué? Inmediatamente, mi marido y yo nos fuimos a la clínica. Estábamos tan desquiciados que nos costó una hora llegar. En cuanto llegamos, yo le dije a él que fuera al cuartel de la Guardia Civil a poner una denuncia. La doctora trató de convencernos de que no lo denunciáramos porque si lo hacíamos la gente iba a empezar a hablar del caso. Pero, ¿qué me importaba a mí que la gente hablara o no del caso? Lo único que me importaba era que yo había dejado a mi hija allí hacía veinticuatro horas, sana y salva, y de repente me decían que había desaparecido, que se había escapado. Pero yo me pregunto: ¿cómo se puede escapar y saltar un muro de casi dos metros una chica que está sedada? Que alguien me lo explique por favor".
"No tengo ni ganas ni tiempo para nada".
Mientras habla, Isabel fuma un pitillo tras otro. Es una mujer bastante entera. En ningún momento de la entrevista se le han escapado las lágrimas. Sólo un ligero temblor en las manos y las oscuras ojeras traicionan su emoción. Además de Gloria, Álvaro e Isabel tienen otra hija, María José, que en la actualidad tiene 19 años y estudia ingeniería Química. En una estantería del salón hay unas cuantas fotos de familia. María José se parece cada vez más a su hermana. Le pedimos a Isabel una foto de ella para publicarla, pero nos dice que no quiere que salgan imágenes de su segunda hija ni en la prensa escrita ni en la televisión. "Bastante tenemos con esta tragedia para que encima empiecen a señalar a María José por la calle. No, yo quiero que ella haga su vida normal con sus amigos y que nadie le dé la lata".
- Isabel, ¿qué piensas que ha podido pasar con tu hija?.
- Si yo lo supiera... Han podido pasar tantas cosas que... ¿para qué lo voy a decir en voz alta?.
Álvaro Martínez, el marido de Isabel, es profesor de EGB y da clases en un instituto por las mañanas, Isabel es ama de casa. "Cuando pasó lo de Gloria estaba en un momento en el que podía volver a trabajar porque mis hijas ya estaban criadas, pero ahora no tengo ni ganas ni tiempo para hacer nada. Si el día tiene veinticuatro horas, el mío parece que tiene cien. Debemos ir a multitud de sitios y hacer cantidad de papeles para solucionar una tragedia que parece insolucionable y, además, no me gusta dejar a María José sola".
- Esta situación, ¿no te estará haciendo que agobies un poco tu otra hija?.
- No. Yo dejo que María José haga su vida, pero no quiero que esté sola en casa porque no quiero que nadie llame y le haga preguntas que le puedan causar daño, ni quiero que vea la televisión si sale algo de su hermana... Es sólo eso. Por lo demás, María José hace una vida absolutamente normal, sale, entra y trae a sus amigos a casa cuando quiere.
Isabel que ha perdido la confianza en la Justicia y en los psiquiatras, afirma que su tristeza no hay terapia que la cure. "El problema que tengo no me lo puede solucionar un médico. De todas maneras, yo soy muy cabezota y lo mismo que tengo el ánimo en los pies lo tengo arriba".
- ¿Qué le pides a la Justicia?.
- Que se mojen, que trabajen y que resuelvan el caso, que es su obligación. Porque si las instituciones no las tenemos para estas ocasiones, ¿para qué las queremos?.
Una clínica de lujo donde sólo cobraban los médicos.
Después de entrevistar a Isabel Ruiz nos dirigimos al pueblo de L’Alfas del Pi, a unos tres o cuatro kilómetros de Benidorm. Se trata de un bonito pueblo en el que están censados seis mil habitantes, pero que en verano llega a tener doce mil. En lo alto del pueblo, a unos dos kilómetros del casco urbano, se encuentra la finca en donde estaba ubicada la clínica. Se trata de una preciosa torre a la que están adosados unos pequeños bungalows que constituyen las habitaciones de los pacientes. "Era una clínica de lujo", nos explicaron en el pueblo, donde también nos contaron que antes había sido "una casa de citas y posteriormente un centro de nudismo". En la actualidad, parece ser que la ha comprado una entidad bancaria de la Comunidad Valenciana. Por L’Alfas del Pi corren todo tipo de rumores acerca del destino de Gloria. "Yo no creo que esté viva", afirmaba un joven de 20 años. "Esta mañana lo comentábamos en el trabajo y todos coincidíamos en que o ha habido un error médico o la ha pillado un desalmado. Pero después de cuatro años sin saber nada de ella, ya me dirás".
Parece ser que, poco antes de ingresar Gloria Martínez, la clínica tenía una situación financiera poco clara. "Dicen que allí se debía dinero hasta a la señora de la limpieza y que los únicos que cobraban eran los médicos. Y después, con toda esta historia, ya acabó de venirse abajo".
El caso es que nadie sabe nada acerca del paradero de Gloria Martínez, una joven que tenía un brillante porvenir en los estudios, que estaba haciendo la carrera de piano y que ahora tiene, o tendría, 22 años.
"DOSSIER" RECORDÓ EL CASO.
El pasado día 2, el equipo de "Dossier" quiso refrescar la memoria de los telespectadores recordando el caso de Gloria Martínez y denunciando la paralización de las investigaciones de la desaparición. Álvaro Martínez, el padre de la muchacha, lamentó las voces que afirman que Gloria se ha marchado por su propia voluntad y que no tiene intención de volver. "No autorizo a nadie a que hable por boca de mi hija", declara el padre de Gloria, quien no niega que no le importaría que así fuera, pues lo único que le angustia es no saber la suerte que ha corrido la joven. Tanto él como su esposa, Isabel, reclaman un juicio en el que se depuren las responsabilidades de la clínica de la que desapareció Gloria Martínez.
Algunas de las hipótesis apuntadas, como la posibilidad de que Gloria hubiera quedado embarazada y hubiera huido por temor a sus padres, han quedado desechadas al haberse cumplido más de cuatro años desde su desaparición.
Antonio Martínez Camacho, abogado de la familia, tiene muy claro que en la versión que mantienen los responsables de la clínica existen "contradicciones que demuestran que alguien está mintiendo".
Los padres de Gloria Martínez no desesperan y confían en que algún día podrán saber qué le ocurrió a su hija. Por ello, ante el estancamiento de las investigaciones, regularmente procuran avivar el recuerdo de esta muchacha desaparecida en misteriosas circunstancias.
 

A esto hospitales le hicieron un lavado de cara o lo cerraron pero los crímenes y atrocidades la sigue haciendo lo mismo o peor solo le interesa crea enfermo y medícalo solo le importa el dinero no la vida y como más 88 % es esto lo que quiere tanto para ellos como para algún familiar tomar pastilla para todo así cree que consigue la felicidad con una pastilla mágica , si estuviera como yo cuantas tomarían , yo puedo llevar 7 o 8 años que no tomo ni una solo la de medicina natura para la piernas y cuando me las puedo compras de que cogí las rienda de mi salud no piso un hospital ni voy al médico y tengo una salud muy buena algo que ante no tenia y no salía de los hospitales ahora con la medicina natural cuando tengo algún problema me lo arregla y si es más serio voy a un médico de medicina natural con él me va muy bien y me ayudado mucho cuando tuve el tumor en la espalda no fui al hospital fui pero ni caso y cuando supe lo que tenía no quise hay cogí la rienda de mi salud con la experiencia tan terrible que tuve en hospital no iba a repetir una vez más ya lo cuento en el otro blog lo que me hicieron es bastante largo y es un breve resume , ahora tengo una salud maravillosa jamás me había sentido tan bien como ahora y ya pronto cumpliré los 59 años , conozco gente mucho más jóvenes que yo y ya tiene colesterol tensión alta entre otras cosa y de los nervio la mayoría están fatal yo estoy muy bien el único problema el de las piernas que apenas puedo andar .

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